domingo, 19 de octubre de 2008

Poema de Pellicer


¿Dónde pondré el oído que no escuhe
mi propia voz llamarte?
¿y dónde no escuchar este silencio
que te aleja espaciosamente triste?

Yo camino las horas presenciadas
por los dos, en nosotros
sé del fruto maduro de las voces
en campos de septiembre.

Sé de la noche esbelta y tan desnuda
que nuestros cuerpos eran uno solo;
sé del silencio ante la gente oscura,
de callar este amor que no es de otro modo.

Mientras llueve la ausencia yo liberto
la esclavitud de carne y sola el alma
cuelga en los aires su águila amorosa
que las nubes pacíficas iogualan.

1 comentario:

Filósofo, Sofista y Bullanguero dijo...

Hola polola: Hace tiempo que ni me daba una vueltecita por tu blog. Espero que mañana aunque sea por un ratito puedas oírme y que la distancia y el silencio nos abandonen. Que volvamos a andar como antes caminando por la cuidad como dos jovenes enamorados =)y que en la noche el aroma de tu cuerpo este impregnado en mis manos para que tu esencia sea lo último con quien me relacione antes de irme a dormir.

Te amo mi monita y no me cansaré nunca de decirtelo, besitos

MuaK!