domingo, 24 de mayo de 2009

La narcisista de siempre


Es cuático lo que siento. Lo que me pasa por la cabeza, lo que me agarra la guata de vez en cuando, lo que me hace sentir escalofríos y dolor de cabeza. A veces también son naúseas. El tapón en los oídos, la garganta áspera, seca y mi corazón late lento al punto de querer detenerse y de la nada comienzo a llover y mi corazón no espera mucho para ser un reflujo que quiere salir líquido y asqueroso por mi boca. Violentamente.

Yo miro para todos lados y trato de no pensar, de apagarme, de anularme. Trago saliva y trago saliva, pero nada pasa. Todo está atascado, retenido, apunto de explotar en cualquier momento. Me oculto en mis obligaciones, en los libros, en la compañía de la gente. Pero igual ando sola. Y andar sola es extraño. Difícil como si nunca lo hubiera estado antes, como si ahora no lo estuviera. De repente me da miedo el tiempo. Sí, el tiempo. Ese tiempo que se expande en todas direcciones, que se mete en todos lados. Yo prefiero cerrar las cortinas, taparme la cara, cerrar los ojos. En la oscuridad pierdo las nociones de todo. Con los ojos cerrados, con la cara tapada, metida, bien metida en cama. El tiempo se va. Y yo puedo respirar diferente, tranquila. Yo cacho que lo que me pasa es extraño, y trato de olvidarme, pero también cacho que aunque pretenda estar a oscuras en cada momento, la luz me busca, me rapta. También quisiera estar todo el día en una hora. Y toda la noche en una semana. ¡Qué alivio es contarte lo que siento!

El otoño me hace bien, me entretiene. Puedo estar sentada en una banca mirando las hojas secas en el suelo. Mirar los árboles. Esperar el viento frío. Caminar húmeda por las calles, fumar a pesar del asco que ya me provoca. Esperar que me lluevan los ojos como de costumbre y mirar los focos. La luz difuminada en mi mirada, luz acuática. Lo que más me gusta es sentarme a mirar. Me da miedo sentirme sola. Sé que eso no está bien. Estamos todos solos y yo ya no sé estarlo. No quiero estar sola.

Me gusta mirar el cielo, las nubes negras, me gusta la noche en el invierno. Me gusta fumar y me gusta la lluvia. Me gusta mojarme y chapotear en las pozas. Tengo pretensiones de ser poeta, tengo mañas de lápiz y papel. Tengo afición por el café y también por la cerveza.

Nunca me he sentido cuática. Me lo han dicho, quizás yo soy muy confundible con una cuática. Pero, no lo soy, ni en lo más mínimo. Yo sé de minas cuáticas. Yo no lo soy. Yo soy común, miedosa y cobarde. Ando como pajarita por la vida creyendo en las buenas intenciones. Me las doy de mala, pero creo que nunca he hecho un mal intencional. Soy muy sensible, soy una bolsa de plástico que el viento levanta del suelo con sus soplos violentos.

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