¡Que increible!...

Se ha detenido mi vida. No sé porque, pero, he perdido la prisa. Lenta y calmadamente me dedico a decidir, a optar, a irremediablemente tener que elegir. No es necesario precisar.
Es tan ilógico, tan inoportuno y contraproducente…justo ahora; aprendo a tomarme la vida con mesura. Justo ahora, que no hay tiempo para perderlo.
El colegio a la mitad, el preu a la mitad, la diversión a la mitad. Realmente repartida y dividida, en lo que se supone me conducirá a un final…a un objetivo planteado tanto tiempo atrás. Objetivo relativo y cambiante.
Cada mañana deseo algo distinto y cada noche me acuesto indecisa.
Mis mañanas tienden a ser resignadas…me hago de ganas involuntarias. Al medio día, vivo la vida y abro los ojos…veo las realidades angustiosas y crece un anhelo en mi espíritu de cambiar el rumbo. Cuando el sol comienza su despedida, en el atardecer, me armo de un valor extraño…soy capaz de forjar esperanzas y proyectos, me lleno de sueños y me siento capaz de realizarlos. Pero, al llegar la noche, con el cuerpo cansado…solo concluyo en la ingenua certeza de que nada vale la pena…y que como dice la canción: “los viejos son de lo peor, nunca tuvieron ni una pizca de razón”

Los senderos trazados generalmente nunca nos llevan a la felicidad, los senderos que ya han sido recorridos por otros no han de ser los nuestros…
Quien mejor que nosotros mismos para aconsejarnos sobre la dirección que debemos tomar…
Y en las tierras que nunca han sido recorridas, miremos al frente y abrámonos paso entre caminos que no existen. Llegando a un lugar donde nunca antes otros han llegado. Pasando por valles que nunca otros ojos han presenciado. Puede que más fácil o difícil, pero es nuestro sendero exclusivo…el camino que elegimos esperanzados de conseguir el objetivo final.

“Tantas huellas que cicatrizar/Sin una explicación (…) ya no puedo desaparecer (…)” Me gusta esta canción.